Es importante señalar que para los musulmanes Mahoma, aun siendo el mensajero de Dios, no es más que un hombre, sin ningún carácter divino. En el Islam lo único sagrado es Dios y su palabra, el Profeta es el modelo a seguir, pero es una persona más. Su linaje se remonta a Adnan, descendiente de Ismael, el primer hijo de Abraham, por lo que es innegable que proviene de la misma familia que los grandes profetas judeo-cristianos.
También es verdad que las fuentes que nos hablan de su vida y su persona son documentos no científicos, textos religiosos que fueron puestos por escrito después de haber sido transmitidos de forma oral durante mucho tiempo. Los investigadores siempre han sabido que en los primeros años del Islam estos documentos pudieron haber sufrido alteraciones a causa de su oralidad, e incluso manipulaciones por parte de los diferentes grupos de musulmanes.
Sin embargo, lo importante no es tener la certeza de cómo fueron las cosas, sino saber la imagen que los musulmanes tienen del Profeta y cómo entienden ellos su papel. E indudablemente Mahoma es descrito como un ejemplo de hombre lleno de virtudes, que intentó mitigar los abusos en cuanto a la mujer, los esclavos y los pobres: un musulmán en toda regla.
En cuanto a las mujeres del Profeta debemos explicar algo para que sea bien comprendido. Durante la vida de Jadiya no existió otra mujer para él. En esos veinticinco años ella le dio seis hijos, dos niños y cuatro niñas, pero la única que sobrevivió y le dio descendencia fue Fátima. Tras la muerte de Jadiya Mahoma se casó con unas once mujeres, pero hay que subrayar que siempre lo hacía por motivos políticos, puesto que en aquel tiempo (igual que hasta mucho tiempo después en Occidente) los acuerdos y coaliciones se sellaban con matrimonios.
Y es que no podemos olvidar que Mahoma además de fundar una religión, creó y organizó un Estado. Este hecho también es significativo, ya que a partir de entonces en la Península arábiga ya no serían importantes los lazos tribales, sino la pertenencia a una comunidad cuyo único e indispensable rasgo en común era la fe en Dios.
Por todo esto el Profeta merece un total respeto, pues fue capaz de aunar religión, política y justicia de la mejor manera posible. Y no tengo duda de que si sus sucesores hubieran sabido hacerlo de la misma forma, el mundo hoy sería un lugar mucho mejor.
El Islam que preconizaba Mahoma es una forma de vida completa, donde los temas religiosos, políticos y sociales se entremezclan, pues hay que tener presente a Dios en todos los ámbitos de la vida, no sólo durante los pocos minutos que dediquemos a rezar. Si pensásemos en Dios cada vez que hacemos algo seríamos más justos con los demás y el mundo sería un lugar más agradable.
También es verdad que las fuentes que nos hablan de su vida y su persona son documentos no científicos, textos religiosos que fueron puestos por escrito después de haber sido transmitidos de forma oral durante mucho tiempo. Los investigadores siempre han sabido que en los primeros años del Islam estos documentos pudieron haber sufrido alteraciones a causa de su oralidad, e incluso manipulaciones por parte de los diferentes grupos de musulmanes.
Sin embargo, lo importante no es tener la certeza de cómo fueron las cosas, sino saber la imagen que los musulmanes tienen del Profeta y cómo entienden ellos su papel. E indudablemente Mahoma es descrito como un ejemplo de hombre lleno de virtudes, que intentó mitigar los abusos en cuanto a la mujer, los esclavos y los pobres: un musulmán en toda regla.
En cuanto a las mujeres del Profeta debemos explicar algo para que sea bien comprendido. Durante la vida de Jadiya no existió otra mujer para él. En esos veinticinco años ella le dio seis hijos, dos niños y cuatro niñas, pero la única que sobrevivió y le dio descendencia fue Fátima. Tras la muerte de Jadiya Mahoma se casó con unas once mujeres, pero hay que subrayar que siempre lo hacía por motivos políticos, puesto que en aquel tiempo (igual que hasta mucho tiempo después en Occidente) los acuerdos y coaliciones se sellaban con matrimonios.
Y es que no podemos olvidar que Mahoma además de fundar una religión, creó y organizó un Estado. Este hecho también es significativo, ya que a partir de entonces en la Península arábiga ya no serían importantes los lazos tribales, sino la pertenencia a una comunidad cuyo único e indispensable rasgo en común era la fe en Dios.
Por todo esto el Profeta merece un total respeto, pues fue capaz de aunar religión, política y justicia de la mejor manera posible. Y no tengo duda de que si sus sucesores hubieran sabido hacerlo de la misma forma, el mundo hoy sería un lugar mucho mejor.
El Islam que preconizaba Mahoma es una forma de vida completa, donde los temas religiosos, políticos y sociales se entremezclan, pues hay que tener presente a Dios en todos los ámbitos de la vida, no sólo durante los pocos minutos que dediquemos a rezar. Si pensásemos en Dios cada vez que hacemos algo seríamos más justos con los demás y el mundo sería un lugar más agradable.